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Trintxerpe, años 50

En los primeros años del siglo XX, y a medida que en Gipuzkoa el número de barcos pesqueros que iniciaban su actividad fue incrementándose, el pequeño puerto de la capital donostiarra se hizo insuficiente para albergar tantas embarcaciones. Entonces, algunos armadores acometieron la obra de construir un puerto pesquero que cubriese las necesidades de aquella flota que constantemente iba creciendo. Este hecho, 40 años después (década de los 50) convertiría Pasaia en uno de los puertos pesqueros más importantes de toda la península. Así mismo, aquella zona deshabitada donde estaba situado el caserío Trincher pasó a ser la más densamente poblada de todo Pasajes. Sus habitantes eran en su mayoría marineros o trabajadores de las industrias paralelas y complementarias a la de la pesca: talleres mecánicos, varaderos, fábricas de hielo, muelles, almacenes, etc.
Trintxerpe era en aquella época un barrio de San Pedro, pero con unas características que lo hacia diferente al resto de Pasaia. De entrada, era un lugar sin una historia y sin un pasado definido. Sus gentes, venidas de otras zonas del estado (mayoritariamente de Galicia), le daba un carácter propio. Diferentes costumbres, diferentes idiomas, diferentes tradiciones, convertían Trintxerpe en una curiosa mezcla de culturas. Por otro lado, la enorme densidad de población que soportaba la zona y que se iba asentando en los nuevos barrios (El Poblado de Pescadores y el incipiente Azkuene), hacía que las relaciones fueran más estrechas y continuas que las que podían darse en otras poblaciones del entorno.
Trintxerpe se fue construyendo sin demasiado orden urbanístico. Un batiburrillo de edificios con una estructura irregular, sin que por desgracia el bienestar de sus habitantes contara demasiado. A esto había que sumarle las carencias más que evidentes en materia deportiva, cultural, etc. Como cuenta con sorna e ironía la revista “TRINCHERPE”, en su número de noviembre de 1954, “…Trincherpe tiene un campo de fútbol…detrás de la Iglesia. Y tiene un frontón…en el almacén de Ciriza, frente al Amistad”. Las únicas excepciones a esta situación poco edificante eran las sociedades culturales o deportivas existentes en ese momento: el club de montaña Itxastarrak, el C.D. Trintxerpe y las asociaciones “Hijas de María” y “Los Luises”, entre otras.
Los años 50 en Trintxerpe fueron años de fardeles, de revistas de vaqueros que los marineros cambiaban al llegar de la última marea, de excursiones a Guadalupe con la parroquia, de Gran Sol y Terranova, de pescado en abundancia…